MOVIMIENTO OBRERO 16-08-2002 POR: NATALIA CRUCES
En nuestro artículo anterior vimos la política que tuvo la burguesía y el Estado patronal para coptar las organizaciones obreras, para de esa forma hacerlas más dóciles a sus necesidades. La CTCH, formada en 1936, marca el paso de la clase obrera chilena hacia la estatización de los sindicatos y hacia el fortalecimiento de una política de conciliación de clases- por parte de sus direcciones oficiales- de la mano del surgimiento de la burocracia sindical como una capa social aparte del movimiento obrero organizado.
Pero a pesar de esto, la gran tradición de la clase obrera chilena “con olor a pólvora”, la tradición de Recabarren de la independencia de clases o de enfrentamiento directo a la patronal y a su Estado no se perdió del todo, lo que queda demostrado en la fundación de la CUT de 1953 y en su declaración de principios.
Esto nos muestra que la clase obrera va formando sus organizaciones al calor de sus luchas y necesidades, con avances y retrocesos, retomando tradiciones y perdiendo otras. Nos muestra también la influencia de las políticas de los distintos partidos, de sus direcciones oficiales, más reformistas o combativas, y de la necesidad de dar una pelea para retomar lo mejor que dio nuestra clase, para poder enfrentar a los patrones, a los partidos –como la Concertación y la derecha- que gobiernan en su nombre, y a las direcciones oficiales de las organizaciones obreras, como la CUT que sólo buscan conciliar los intereses de los trabajadores a través de las vías de la negociación con los patrones y sus partidos.
Hoy más que nunca es necesario poner de pie corrientes clasistas y combativas que puedan dar esta pelea. La formación de la CUT en 1953, que veremos en esta nota, es un gran aporte para la pelea de refundar un movimiento obrero, que retome las mejores tradiciones de lucha y organización, y pueda sacar las lecciones necesarias de sus retrocesos y derrotas.
El paro general de 1946 y la división de la CTCH
El 17 de enero de 1946 los mineros del salitre declaran una huelga, que terminaría en un paro general un mes más tarde. Esta huelga, convocado por la política del gobierno del Frente Popular de Duhalde que amenazaba disolver dos importantes sindicatos salitreros el norte, Mapocho y Humberstone, se extendió rápidamente a los mineros de otras oficinas salitreras, primero, y a nivel nacional, después. La CTCH convoca a un mitin en Plaza Bulnes el 28 de enero, el que es violentamente reprimido por el gobierno, y deja varios obreros muertos y cientos de heridos. La patronal, y sus gobiernos sirvientes no han perdido la práctica de las masacres obreras.
La CTCH convocaría, como respuesta a la masacre, al primer y único paro general realizado durante su existencia. C. Pizarro, en su libro La Huelga Obrera en Chile, describe los objetivos del paro convocado por la central sindical: “aunque los objetivos del paro eran de distinto tipo … la solución para todos ellos era situada por la CTCH en acciones políticas que el gobierno debía emprender. Este es un resabio del sindicalismo oficial anterior, que no se resignaba a que el gobierno dejara a los trabajadores desamparados, sin dar cumplimiento a sus demandas tras haber estado contenidas durante diez años en la esperanza de una solución profunda y definitiva”. La política de coptación de las organizaciones obreras, y su subordinación mediante esta forma al Estado burgués, rendía sus frutos.
Después de este paro, la CTCH se divide. Por un lado el gobierno invita al PS a integrar su gobierno, después de levantar la huelga general, a lo que éste acepta. Así queda un sector oficial reconocido por el gobierno (socialista), y otro sector ilegal (dirigido por los comunistas).
A pesar de esta división, la política de los dos principales partidos que dirigían y formaban a la clase obrera chilena, el PS y el PC, lo hacía bajo una estrategia de conciliación de clases y de la búsqueda de alianzas progresivas con sectores de la burguesía nacional en contra de la “oligarquía”, para lograr los objetivos de una revolución democrático- burguesa. Así, mientras el PS integraba el gobierno del Frente Popular, dirigido por la burguesía, de Duhalde, el PC lo haría más adelante bajo el gobierno de González Videla.
De la dispersión de las filas obreras a los comienzos de reorganización
En 1946 asume la presidencia González Videla, el PC integra este verdadero frente de colaboración de clases junto a los radicales y los liberales. El PS por su parte, se margina.
La clase obrera no sólo se forma en sus luchas, con sus avances y retrocesos. La política de los partidos que dirigen a la clase obrera se encarga también de formar su conciencia política. Así, durante años el PS y el PC se encargaron de formar a la clase obrera chilena en esta tradición de conciliación de clases, rompiendo incluso con las mejores tradiciones de Recabarren o de los primeros años de formación de la clase obrera donde claramente podía identificar a sus enemigos: los patrones y sus partidos sirvientes, y de esta forma enfrentarla independientemente, con sus organizaciones puestas al servicio de defender sus intereses y no de conciliar con los patrones y sus partidos. Por el contrario, durante estos años los partidos dirigentes de la clase obrera moldearon su conciencia en la posibilidad de conciliar sus intereses con los de sus enemigos, llegando a integrar incluso, sus gobiernos.
Pero González Videla se encargó pronto de mostrar que a pesar de la presencia de los comunistas en el gobierno, los verdaderos intereses que éste defendía eran los del imperialismo y los patrones.
Al poco tiempo de asumir comenzó una política de represión sobre las organizaciones obreras, que culminaría en la promulgación de la Ley Maldita, en 1948, y un ataque cada vez mayor a las condiciones de vida de los trabajadores y el pueblo. A su vez, se profundiza la penetración imperialista del país, bajo la hegemonía de EEUU.
Ya desde 1947 comenzó un proceso de luchas y huelgas. Como vimos, la CTCH se había dividido, y el movimiento sindical se hallaba disperso y desarticulado. Esto significó también una crisis y rompimiento con diez años de política de coptación de los sindicatos y un reemerger no sólo de las luchas obreras, sino de recuperación de sus organizaciones.
La creciente resistencia obrera y popular, el alza de las luchas obreras y populares se traducirían en multitud de conflictos, marchas y huelgas durante estos años, de 20.844 huelguistas en 1948 se llegaría a 151.715 en 1952, por ejemplo. Comienzan también intentos de reorganizar las dispersas filas obreras. En 1950 se crea el Comando contra la Especulación y las Alzas, bajo la dirección de Clotario Blest, que declara en 1951 un paro general y llama a una Marcha contra el Hambre, durante 1952 se convoca un Comité Nacional de Unidad de Obreros y Empleados, y en 1953 se forma una Comisión de Unidad Sindical que llamaría a un Congreso Constituyente en 1953.
La formación de la CUT y su declaración de Principios
En 1952 triunfa en las elecciones Carlos Ibañez del Campo, éste “levantó un programa en el que figuraba la reforma agraria y la nacionalización del cobre. Lo que buscaba no era un enfrentamiento con el imperialismo, sino una nueva forma de negociación y de reparto del excedente económico (…) Ibañez debía enfrentar a una clase obrera que retomaba su ascenso, después de la división y dispersión en que había sido sumergido por sus partidos y sus organizaciones al arrastrarlo a la colaboración de clases”.
Fernando Mires, en Historia del Movimiento Obrero, destaca tres momentos de este período de clase obrera, un “período de gestación (1952-1954)”, donde el movimiento obrero comienza a recuperar sus tradiciones de lucha que se funden también con la experiencia anterior de coptación de sus organizaciones y de la colaboración de clases promulgada por sus partidos dirigentes. Un período de ascenso de la lucha proletaria (1954-1956) y un período de descenso de la lucha proletaria y encausamiento del movimiento obrero en los marcos tradicionales del sistema (1956-58).
La CUT se funda en 1953, y retoma en su declaración de principios las mejores tradiciones del clasismo de la FOCH. Así, declara “El régimen capitalista actual fundado en la propiedad privada de la tierra, de los instrumentos y medios de producción y en la explotación del hombre por el hombre, que divide a la sociedad en clases antagónicas, explotados y explotadores, debe ser sustituido por un régimen económico social que liquide la propiedad privada de hasta llegar a la sociedad sin clases, en la que asegure al hombre y a la humanidad su pleno desarrollo”. Para eso se propone que “frente al régimen capitalista, la CUT realizará una acción reivindicativa encuadrada dentro de los principios y métodos de la lucha de clases”.
De esta forma, la CUT logra cerrar el período anterior, donde la coptación y colaboración de las organizaciones obreras se mostró incapaz de enfrentar la ofensiva patronal y a sus gobiernos de turno, logra también superar la dispersión de las organizaciones obreras provocada por la división de la CTCH en 1946. Esto demuestra que las tradiciones de la clase obrera, en este caso de sus primeras organizaciones y luchas, a comienzos del siglo, no sólo no se habían perdido del todo, sino que también la clase obrera es capaz de sacar las lecciones de sus retrocesos y retomar sus mejores experiencias.
En que punto decíamos antes que se funde también con la experiencia anterior de coptación de sus organizaciones, y mantiene la política impulsada por el PC de colaboración de clases, que había logrado moldear a nuestra clase obrera, en que, como dice H. Valenzuela, en su Historia del Movimiento Obrero, no logra superar la declaración de la FOCH de los años ’20 porque “la CUT dice que luchará por el socialismo, pero en ninguna parte dice que para ello es necesario que los trabajadores tomen el poder en sus manos y establezcan su propia forma de gobierno”.
Creemos que la conclusión que debemos sacar de esta etapa del movimiento obrero, es la lucha por retomar las mejores tradiciones que ha dado la clase obrera. El combate a todos los intentos de la conciliación de los intereses de los trabajadores con los de los patrones y la lucha por la independencia de clases. La clase obrera aprende de su experiencia, puede superar sus retrocesos momentáneos, como demuestra la fundación de la CUT.
Hoy, es necesario recuperar estas experiencias históricas y sacar estas conclusiones, formando corrientes democráticas, clasistas y combativas que puedan pelear por recuperar la CUT actual de sus dirigentes oficiales que sólo se dedican , vía mesas de diálogo y negociación, a conciliar los intereses de los trabajadores con los de los patrones, una vez más. Estas corrientes democráticas, clasistas y combativas son necesarias para pelear por reconstruir un nuevo movimiento obrero, que pueda comenzar a enfrentar ofensivamente los ataques patronales y a sus partidos e instituciones serviles. Un nuevo movimiento obrero que deberá aprender también de estas experiencias pasadas para sacar las mejores lecciones para el futuro.
En nuestra próxima nota veremos la actuación de la CUT durante este período, el lugar central que llega a ocupar en la vida política nacional y el retroceso que pronto experimentaría, dentro del surgimiento de un nuevo Frente Popular, el FRAP como antecedente directo de la Unidad Popular.